Francis tenía dos amores:

Francis tenía dos amores: la música y Chantal. Me sorprendió mucho saber que ella también se drogaba. Francis me lo había ocultado y a mí no se me había ocurrido nunca hacerle esa pregunta. Por otra parte, nunca la había visto drogada, me parecía una muchacha muy equilibrada y pensaba que era una buena influencia para él. Una verdadera decepción.

Ella trabajaba y pagaba una parte del pequeño estudio; yo participaba en los gastos: era normal que ayudase a mi hijo a vivir.

Luego estaba la música, que había estudiado solo. Cuando hubo obtenido su certificado de estudios, su padre le regaló una guitarra. No podíamos prever entonces que la música sería más importante para él que todo lo demás, que lo dejaría todo por ella. Puede coger cualquier instrumento y tocarlo inmediatamente. Con otros jóvenes, había creado un grupo musical con el que disfrutaba mucho; y no Ies faltaban actuaciones.

Estuvieron en France-Inter, en el teatro Montpen-sier, en Versailles, en Montparnasse, en el Café d'Ed-gar durante unos meses, e incluso en la televisión, en el programa de Jacques Lancelot «L'Oreille en coin», que se retransmitía todos los domingos por la mañana durante tres horas.

Tenían bastante éxito, pero el grupo iba poco a poco a menos a causa de Francis, que nunca estaba en forma para los ensayos: su estado mental estaba deteriorado. Es realmente una lástima, porque sólo vivía para la música. Si se hubiese concentrado en ella en lugar de hacer tonterías... hubiera llegado lejos.

Firmaron un contrato con Barclay, aquí lo tengo. Grabaron uno o dos discos, no muy buenos. Barclay no los lanzó al mercado y el contrato fue rescindido. Creo que hizo también un poco de teatro, pero lo que le interesaba realmente era ingresar en la academia G. para estudiar clarinete (que yo tuve que comprar: ¡ noventa mil francos!) Parece ser que lo vendió para comprar droga; pero no estoy segura de ello.

Actualmente apenas se puede entrar en su estudio: están allí todos sus instrumentos y las cosas de Chan-tal. Tuvo incluso un contrabajo, que vendió. Lo mismo ocurrió con el violín.

Tenía las llaves de mi casa y venía aquí cuando quería. Yo lo notaba por pequeños detalles; comía, bebía, pero nunca alcohol. Aquí, en casa, se aguantaba.

El día que le acusé del robo de las joyas, negó y seguidamente me arrojó las llaves colérico, diciéndo-me: «¡Ya que piensas eso de mí... aquí tienes!»

No me importó.

Ültimamente, cuando venía, vivía aquí. Le devolví las llaves. Chantal tiene asimismo un juego; no desconfío..., pero no me gusta que mis llaves anden por ahí.

Un día, uno de sus compañeros me habló así:

—Usted habla de la droga, pero la desconoce. Fume y luego hablaremos.

—No tengo ningún motivo para ello.

—Sólo así podría juzgar sobre los efectos y comprendería mejor la razón por la que se sigue.

—¡No quiero!

—¿Tiene miedo de verse dominada por ella?

—Miedo o no, no me dice nada. No veo la necesidad de empezar, eso es todo.

Se trata de un muchacho que fumaba; probó una droga que le supo muy mal. Fue una suerte para él.

Formaba parte del grupo, después se fueron a una casa de campo.

Allí, Francis subió a su habitación a buscar una jeringa enorme. Quería inyectarse aire, acabar.

Los otros le miraban sin reaccionar, pero Chantal tuvo el valor de arrojarse sobre él, de quitarle la jeringa. No me he enterado de este episodio hasta esta semana. Por otra parte, cada día me entero de algo nuevo. Además de esta tentativa, sé que se había abierto las venas dos o tres veces.

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