Hemos querido aquí conceder la palabra a madres de jóvenes toxicómanos.
Nos pareció interesante dar a conocer los dijeren-tes comportamientos de las madres frente a la misma realidad. Aunque el lema del sitio sea el descubrimiento, por la madre, de que su hijo o hija se droga, no se trata de un sitio sobre la droga.
Para redactar este informe, solicitamos la conformidad de los jóvenes y, seguidamente, grabamos las entrevistas con sus madres en cintas que fueron destruidas en cuanto el texto encontró su forma definitiva. Todas las madres releyeron, rectificaron o completaron su testimonio.
Todos estos jóvenes estuvieron o están todavía en La Boére, centro de rehabilitación dirigido por tres personalidades notables: Lucien (el Patriarca), Rena, su mujer, y Mireille, la psicopatóloga. Pero no es éste un sitio sobre La Boére.
Por razones evidentes, hemos suprimido los nombres de los médicos, de las ciudades o pueblos, de los productos. Asimismo, hemos dado a los jóvenes nombres de pila imaginarios.
Creemos que la madre, feliz o no, viuda, divorciada o soltera, adúltera o engañada, con profesión sus labores o trabajando en el exterior, representa casi siempre, para el niño, la Casa. No hay que olvidar que ha habitado en su vientre. Es una realidad.
Estos adolescentes empezaron a drogarse entre los catorce y los dieciséis años. Seis de ellos tienen de dos a cuatro años de intoxicación, totalizan veintiuna condenas, siete multas, y, oficialmente, catorce robos a farmacias. Todos presentan secuelas físicas: anemia, estómago enfermo, dientes y cabello estropeados. Su jornada de droga les costaba alrededor de quinientos francos, es decir, quince mil francos al mes.
Un sincero agradecimiento a Jacqueline, Sonia, Si-mone, Janine, Denise, Angele, Marie, Lucia, Catherine, Marie-Chantal, Madeleine, que han tenido el valor de revivir su drama para confiarlo a una desconocida, sobrepasando algunas los límites de lo que es soportable oír.
Catherine Le Tellier París, 20 de junio de 1977.
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